Abstinencia

La abstinencia es la manera más natural de no tener hijos. De acuerdo a la visión cristiana, fundada en la Biblia, la abstinencia no es una privación sino una actitud inteligente:

Para los solteros

La abstinencia no es solo una obligación para los que no están casados, sino que también es una gran ventaja. Es el único método 100% seguro de no tener hijos.

También permite, entre otros aspectos:

  • evitar contraer enfermedades de transmisión sexual (contra las que el preservativo, tan publicitado por los comerciantes, no protege realmente),
  • evitar ser explotada (o explotado) por un partener irresponsable que estará en los buenos momentos y desparecerá en los malos,
  • evitar la culpa y la manipulación por la culpa que son el fundamento de la revolución sexual,
  • preparar sin obstáculos un futuro en el matrimonio.

Pues ningún «método contraceptivo» impide en un 100% que una relación sexual sea fecunda. Y a menudo un niño es mal recibido en el marco de una pareja que no está comprometida ni tiene recursos económicos. Esto es lo que alimenta el negocio sangriento del aborto.

Por otra parte, la naturaleza humana está construida de tal manera que la actividad sexual está íntimamente ligada a las emociones y al estado espiritual. Esto explica en gran medida la depresión y el suicidio adolescentes: los jóvenes descubren a costa de su propio sufrimiento que aquel (o aquella) que creían amar, en realidad, solo buscaba su propio placer y que en la primera ocasión los abandona.

Para los casados

En este caso, la abstinencia no es la regla para los casados. Dios es el inventor de la sexualidad, y no tiene nada de vergonzoso, contrariamente a lo que afirma el paganismo:

«1 En cuanto a las cosas de que me escribisteis, ‘bueno le sería al hombre no tocar mujer.’
2 pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. 3 El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido.  4 La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. 
5 No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia. 
6 Mas esto digo por vía de concesión, no por mandamiento.» (1 Cor.7:1-7)

Para la pareja casada, la abstinencia queda librada, pues, a su libre arbitrio. También se la prescribe durante los períodos menstruales o accidentales (conf. Lev.15:19, 28 y Lev.15:25) y durante el período posterior al parto (Lev.12:2-7) [1].


1. Esta última es una ley ceremonial, por lo que no es prescriptiva bajo la Nueva Alianza, al menos en lo referido a los sacrificios. El tiempo de abstinencia prescripto (40 u 80 días) abarca un período puerperal de aproximadamente 6 semanas, durante el cual la mujer presenta una gran fragilidad.

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