La contracepción ataca a la familia

La familia es la institución más antigua. También se ha mostrado muy sólida. Ha resistido a las tiranías, al comunismo y a la barbarie. Es justamente por eso que se la ataca tanto. Estos ataques pueden ser físicos, a la propiedad o al papel que desempeña.

La eliminación física de los hijos

La contracepción elimina físicamente a los niños ya concebidos, a causa de sus efectos abortivos. Podemos estimar que en Francia el número oscila entre 400 000 y 2 000 000 por año. A los cuales debemos sumar los 250 000 abortos declarados. Los niños eliminados no consolidarán sus familias, ni pagarán la jubilación de sus padres ancianos.
Para llegar a este punto ha sido necesario que el valor de un hijo para los adultos descienda al más bajo nivel. Este vínculo social fue destruido por la violencia, y esto no puede sino generar como respuesta más violencia.

Relación entre fertilidad y uso de contraceptivos


Estudio en 105 países entre 1990 y 2001
TFT:
Es el número promedio de hijos que una mujer podría tener a lo largo de su vida, si las tasas de fertilidad actuales según la edad se mantienen constantes durante su etapa reproductiva.
Prevalencia contraceptiva: Es el porcentaje de mujeres casadas de entre 15 y 49 años que utilizan un método contraceptivo (no están incluidos los métodos tradicionales o folclóricos distintos a la abstinencia periódica).
Fuente: Demographics and Health Surveys, Reproductive Health Surveys, y otros estudios similares    Population Reports

Existe una estrecha vinculación entre la utilización de métodos contraceptivos y la tasa de fertilidad, expresada en número de hijos por mujer. La figura adjunta, publicada por la USAID, lo demuestra.

La mayoría de los países occidentales ostentan un nivel inferior a los 2,15 hijos por mujer que serían necesarios para un simple recambio de la población.

Esto significa en la práctica que la solidaridad familiar se verá expuesta a una dura prueba. Son siempre los hijos quienes, de una u otra manera, se hacen cargo de las necesidades de sus padres ancianos. Y este sostén que brindan va a ser muy gravoso para los hijos de familias poco numerosas. No son los sistemas de jubilación de tipo socialista que cambiarán este panorama: ellos se encuentran virtualmente quebrados porque funcionan gracias a artilugios financieros. El año 2006 marcará un hito importante en Francia: El paso a la edad pasiva de los baby-boomers junto con la dispersión de su descendencia conducirá por lógica a fuertes tensiones cuando haya que pagar las jubilaciones.

Es entonces muy probable que se legalice la eutanasia para los ancianos, a fin de reducir el costo financiero que estos representan.

Las familias desposeídas

Económicamente hablando, un hijo significa invertir en el futuro. Y una población que abandonó la fe en Dios tiene necesariamente miedo al futuro. Pero no invertir expone a la miseria y materializa los temores.

Muchos dicen querer limitar el tamaño de sus familias debido a la falta de ingresos. Es cierto que los ingresos de la población son mermados por las cargas sociales (muy mal administradas), las tasas y los impuestos (también muy mal administrados por un Estado dilapidador y muy endeudado).

Es verdad que se pagan algunas asignaciones familiares, pero debemos compararlas con las correspondientes retenciones: el sistema actúa como si nos hiciera un regalo con el dinero que nos roba.
En Francia, el ingreso de las mujeres al mercado laboral se realizó en una época en la que el sector terciario carecía de mano de obra barata. Se desvalorizó así la función maternal, con el argumento de que escribir a máquina o apretar tornillos fuera del hogar a cambio de un salario "les permitía realizarse". Las seudo-feministas reivindicaron el abandono de la condición de madre y pretendieron estar oprimidas por una sociedad “judeo-cristiana”. Este antisemitismo era en realidad desubicado:

Es el paganismo, con el Renacimiento, que ha querido inferiorizar a las mujeres. Un resultado ya lejano es que Francia recién les otorgó el derecho de voto en 1946.

No resulta nada fácil encarar un trabajo fuera del hogar y educar a los hijos.

Es China comunista, siguiendo el modelo de la explotación de las familias, la que impone por la fuerza (con la complicidad de la ONU) el aborto, la esterilización y la contracepción, a fin de que las mujeres pudieran ser explotadas más eficazmente en las fábricas del Estado, a cambio de salarios miserables. Este esquema ya había sido imaginado por Lenin. Un esquema que sólo puede conducir al colapso.

Por otra parte, no debemos olvidar que en Francia, hasta la muerte es pasible de impuestos: lo que resta luego de la muerte de los padres -que han trabajado toda su vida y han pagado el IVA, las contribuciones y otras deducciones obligatorias- está sujeto al impuesto a la herencia. De este modo se priva a los hijos de un capital indispensable para sus propias familias y los convierte en dependientes de los bancos.

La usurpación del papel de las familias

La educación de los niños es responsabilidad de sus padres. El sistema del Estado benefactor, que empobrece a las familias, les impide a menudo proveer por sí mismas a la educación de sus hijos.

Así los niños son enviados habitualmente a la escuela pública. Allí se los adoctrinará para que se transformen en pequeños socialistas leales al Estado, para que rechacen los valores religiosos de sus padres y para que se conviertan rápidamente en clientes de la revolución sexual. En efecto, la seudo-educación sexual que se imparte en las escuelas públicas incita a los niños a experimentar de manera irresponsable, con el objetivo final de promover la mentalidad contraceptiva.

Existen también intentos de redefinir la familia como a un conjunto cualquiera de personas, de acuerdo con arquetipos definidos de modo arbitrario conforme a lo que esté de moda. De este modo se ha estimulado la destrucción de las familias normales (un hombre + una mujer y sus hijos) para dar lugar a familias monoparentales o reconstituidas. Pero la familia monoparental constituye una realidad difícil, en la cual las mujeres (en la mayoría de los casos) deben luchar solas para asegurar la subsistencia y la educación de sus hijos: los niños carecen entonces de una figura paterna sólida, lo que muchas veces los conduce más fácilmente que a otros a la delincuencia.

La resistencia

La contracepción es una herramienta esencial de la revolución sexual que tiene por objeto esclavizar a las personas valiéndose de una sexualidad que ha sido desviada de su finalidad.

Para las familias que desean sobrevivir a este sistema, la Resistencia consiste en rechazar la contracepción, defender sus derechos en lo que hace a la educación de sus hijos y respetar a sus ancianos. Esto requiere coraje, mucho trabajo y fe: la Providencia divina es una realidad que debe tenerse en cuenta.

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Los peligros