Fecundidad
La fecundidad está estrechamente ligada a la fe. Aquellos que no creen en Dios tienen toda razón de no esperanzarse en el futuro, y carecen de motivos para tener hijos.Hace ya mucho tiempo que los secularistas abandonaron la reproducción biológica para concentrarse en su «realización personal». Sin embargo, luego de negarse a ser padres entre los 20 y los 30 años de edad, descubren con sorpresa que tienen dificultades para tener hijos.
Pero, para los cristianos, el plan de Dios es importante. Efectivamente, las Sagradas Escrituras brindan una importante enseñanza sobre la fecundidad.
La fecundidad es una bendición
La primera fuente para
conocer el plan que Dios tiene para el hombre es la Biblia:
Sean fecundos y multiplíquense” (Génesis
1:27-28).
Se trata de un mandamiento de Dios; el primero que da a la pareja
casada. Esto es
corroborado por muchos otros pasajes, sobre todo Gén.
9:1 –que tiene lugar
después del Diluvio- y Jeremías
29:4-6, donde
Dios ordena a su pueblo «engendrar hijos e hijas», aún
estando cautivos.
Y los mandamientos que da Dios no son penosos, sino que brindan felicidad, en esta tierra:
A lo largo de las Sagradas Escrituras, el nacimiento de los hijos es
presentado como una bendición y un signo de la alianza entre
Dios y la pareja humana. Por
ejemplo, sobre la Ley de la Alianza, Moisés precisa:
«Y por haber oído estos decretos y haberlos guardado y puesto
por obra, Jehová tu Dios guardará contigo el pacto y
la misericordia que juró a tus padres.
Y te amará, te bendecirá y te multiplicará, y
bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra,
tu grano, tu mosto, tu aceite, la
cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas, en la
tierra que juró a tus padres que te daría.
Bendito serás más que todos los pueblos;
no habrá en ti varón ni hembra estéril,
ni en tus ganados.»
(Deut. 7:12-14).
Y «Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán,
si oyeres la voz de Jehová tu Dios.
Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo.
Bendito el fruto de tu vientre, el
fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus
vacas y los rebaños de tus ovejas.» (Deut. 28:2-4)
Y «Y tú volverás,
y oirás la voz de Jehová, y pondrás por obra
todos sus mandamientos que yo te ordeno hoy.
Y te hará Jehová tu Dios abundar en toda obra de tus
manos, en el fruto de tu
vientre, en el fruto de tu
bestia, y en el fruto de tu tierra»
(Deut. 30:8-9).
Por oposición:
«15 Pero acontecerá, si
no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir
todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que
vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán.
(...)
18 Maldito el
fruto de tu vientre, el fruto
de tu tierra, la cría de tus vacas, y los rebaños de
tus ovejas. (...)
32 Tus hijos y tus hijas
serán entregados a otro pueblo,
y tus ojos lo verán, y desfallecerán por ellos todo el
día; y no habrá fuerza en tu mano.
(...)
41 Hijos e hijas engendrarás,
y no serán para ti, porque irán
en cautiverio. (Deut. 28:15-41)
Luego de estas exhortaciones, no se puede considerar a los hijos como una
carga. Toda la cultura bíblica está impregnada de esta sabiduría:
«He aquí, herencia
de Jehová son los hijos;
Cosa de estima el fruto del vientre.
Como saetas en manos del valiente, Así son los hijos habidos en la juventud.
Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos;
No será avergonzado
Cuando hablare con los enemigos en la puerta.
(Salmos, 127:3-5)
Obstáculos para la fecundidad
Los principales obstáculos para la fecundidad en los países occidentales son la cautividad y la propaganda.
Cautividad
En la actualidad, el pensamiento occidental está alejado del
pensamiento bíblico. El
juicio de Dios frente al rechazo de las sociedades occidentales al
Señor y a su Ley (conf. Deut. 28:
32 & 41 anteriormente citado) tiene
una consecuencia práctica: los
niños ya no dependen de la autoridad de sus padres, sino que
se encuentran bajo la tutela de instituciones ajenas a la familia,
que les imponen una ideología diferente.
Los Estados occidentales, de acuerdo a la tradición socialista y
fascista, devoran a la población a la que asfixian con tasas,
impuestos y contribuciones obligatorias.
De este modo, es sumamente difícil
para una familia poder vivir con el único recurso del salario
del marido. Esto obliga a menudo a la mujer a trabajar fuera del
hogar, lo que se complica cuando se tienen más de dos hijos.
Es aún más complejo para los
padres brindar a sus hijos una escolaridad distinta a la del sistema
de adoctrinamiento estatizado.
En efecto, somos de alguna manera un pueblo cautivo, cautivo de un sistema abusivo y
maltusiano.
Pero para este tipo de
situaciones, Dios ha dado también directivas:
«Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, a
todos los de la cautividad que hice transportar de Jerusalén
a Babilonia: Edificad
casas, y habitadlas; y plantad huertos, y comed del fruto de ellos.
Casaos, y engendrad hijos e hijas; dad mujeres a vuestros hijos, y dad
maridos a vuestras hijas, para que tengan hijos e hijas; y
multiplicaos ahí, y no os disminuyáis.» (Jer.
29:4-6)
Cuando Dios ordena algo, da también los medios para cumplirlo. Los cristianos saben que la Providencia de Dios es una realidad y que la vida es una cuestión de fe.
Propaganda
Los maltusianos y los eugenistas están en el poder desde los años 60.
Detestan a las familias, adoran a los Estados todopoderosos,
promueven el aborto y la contracepción y organizan la
corrupción de los jóvenes sobrevivientes.
Sostienen que no hay más lugar en la tierra y que no hay alimento para
más hombres: es
el mito de la superpoblación.
La estupidez de este mito ya fue
ampliamente demostrada. Pero
esto no impide que la ONU y los políticos de poco cerebro
continúen creyéndolo e intenten despoblar el mundo.
Otro eje de propaganda es la desvalorización del rol parental: las mujeres que se dedican a educar a sus hijos se verían reducidas a vivir como «vegetales» y no tendrían los beneficios de obtener la «realización» que proporciona un trabajo asalariado (y fuertemente gravado). Esta propaganda persigue dos objetivos: extorsionar aún más a las familias y esclavizar a sus hijos.
Los cristianos no deben seguir estas creencias estúpidas ni las políticas resultantes.
Consecuencias de la fecundidad
Si Dios define a la fecundidad como una bendición, es porque la
fecundidad forma parte de la construcción de su Reino.
Es por la multiplicación biológica que los cristianos son
más eficaces en la evangelización, siempre que
controlen personalmente la educación de sus hijos y no la
confíen a quienes trabajan contra la fe.
Tomemos un ejemplo: en
los medios evangélicos, Billy Graham es conocido como un
evangelista extraordinario. Predicó
el Evangelio a 100 millones de personas de todo el mundo, con una
tasa de éxito del 1%. El
resultado de su empresa de abultado presupuesto y de toda una vida
de trabajo fue la conversión de un millón de personas,
y hay en esto muy poco de Billy Graham.
En una familia cristiana con 5 hijos, si los padres los educan
cristianamente, los hijos permanecerán en la fe y la
transmitirán. Si
por desgracia el 40% de esos hijos rechazan la fe, quedará
aún un 60%, es decir 3.
En solo un millón de familias se obtienen 3 millones de
cristianos para la generación siguiente.
Mucho más que Billy Graham.
Es la principal herramienta que Dios nos da para cumplir la plegaria que El mismo
nos enseñó:
«Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también
en la tierra.» (Mateo 6:10).
Dios está aquí para ayudarnos: «Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.» (Mateo 28: 18-20).
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